¿Dónde quedó el país de las mil oportunidades? La bella tierra abierta al mundo, en la que no había espacio para los odios y las diatribas racistas o politiqueras, las ciudades pujantes en las que las familias podía parir ideas y sacarla adelante; prosperar, ver crecer a sus hijos e hijas, verlos estudiar, madurar; hacerse hombres y mujeres, trabajadores, creadores, profesionales, casarse o arrejuntarse y proseguir… sin irse… en la propia tierra. El país creciendo y la nación con él.
Nuestros jóvenes hoy sólo piensan y planifican su salida del país y los padres que pueden también lo hacen, chavistas, maduristas, opositores o ninis; todos por igual lo hacen.
Sumergida en el atraso, el odio, el abandono, la codicia, la ignominia y el ostracismo Venezuela padece la tragedia de un exterminio a fuego lento, que la desangra gota a gota y los funestos seudo -líderes se jactan de ir en el “camino correcto”
“estamos en guerra” ¡dicen! Y ¡vociferan! Es cierto… Lo estamos… ellos, los politiqueros de oficio, la robolución, contra los venezolanos. Aquí sólo hay un gran odio entre los gobernantes y sus dominados, sus sometidos.
El único logro que esta estirpe maldita puede exhibir es el sometimiento que han logrado imponer a todo un país, una nación, con el único objetivo de preservar el poder y expoliar sus recursos totales.